martes, 17 de julio de 2012

Rous (2012)


Rous (2012)

 Para los que ya la conocíamos a través de myspace, la edición del primer largo de Rous nos hace sentir como niños un seis de enero.    Románticos genuinos, iconoclastas noveleros y demás farándula pop, están de fiesta. Los tonos malva y rosa del libreto atesoran un canto al Amor con mayúsculas, sin renunciar a clichés pero sin ceder a ninguno de ellos, sin complejos ante el exceso de ternura o el amor visceral, en definitiva, sin panfleto ni moralinas, como el amor mismo. En estos malos tiempos para la honestidad artística, donde la música es tan estándar que pareciese hecha por autómatas, Rous es, como decía, motivo de celebración.


   Producido en los Estudios 3D por Diego Sánchez, tenemos ante nosotros un claro ejemplo de cómo facturar un disco para jugar en primera división desde la humildad de una habitación metida a estudio. Los ingredientes son cuatro paredes, Pro-Tools, unas buenas manos a la mesa de mandos y un puñado de buenas canciones. Un excelente trabajo sin título en el que Rous brilla con luz propia a través doce temas en los que, con ojo de pez, podemos asomarnos a su vestidor y verla coquetear entre las sábanas con un Tex-Mex-Pop en “Juegos mañaneros”, perfumarse de Chanson en “Hacia el sol de los días”, bailar con despecho entre el desorden y la locura en “Tango”, inyectarse melancolía en la preciosa“Recordándote”, desnudarse sin rubor ante un arreglo de guitarra impecable en la acústica “Amores”,indignarse por perder los papeles ante un embrujo en la electrizante “Tú” o confesar sus secretos íntimos en “El túnel rojo” o la rotunda “Mi pequeño amor”, sin duda el mejor tema del disco. La golosina incluye su guinda: una versión en español de la balada ochentera Words” (don..t came easy...), de F. R. David.

Últimos 80’s, canción ligera y ráfagas de indie-pop; ecos de Jeannette, France GallRosenvinge o Perales colocan a Rous entre esa trouppe melódica en español tarareada por varias generaciones en repetidos revivals. Pero Rous es ante todo un perfume único, por su frescura, por ese punto naïf que no entiende de ecuaciones y, sobre todo, por la sensualidad contagiosa de su voz.
Por ahora la chica dice que no dará conciertos, pero por soñar que no quede: pongo el disco y me la imagino a ella sola en el escenario abrazada a una guitarra acústica muy grande, sentada en un taburete alto con los pies recogidos de timidez, matizada con un foco oblicuo que deje entrever el humo escénico y haga chispear su melena de barbie, mientras canta aquello de “yo tengo un amor tan pequeñito como un gnomo de ficción...“. Mmmmm, delicioso. Habrá quien se lo ponga a todos sus amigos y habrá quien lo escuche a escondidas. De una manera u otra, Rous ha llegado para instalarse en vuestros corazones.


José A. Perera



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